POR SOLEDAD ANDREU – ESPECIAL PARA EL TRIUNFO DE BACO
El inicio de esta cosecha 2024 se da en un contexto extremo de ola de calor (se considera ola de calor al hecho de tener temperaturas mínimas por encima de 20 grados durante más de tres días), por lo que viene algo más adelantada respecto del 2023. Si bien esta no ha sido una temporada tremendamente cálida hasta diciembre y primera quincena de enero, se ha caracterizado por ser un año de viento zonda y especialmente, zonda tardío. “Todos los años hay zonda en julio, agosto y hasta septiembre. En este caso hemos tenido zonda en épocas cercanas a Navidad con ráfagas frecuentes y muy fuertes, y eso ha llevado a que haya un mayor corrimiento (granos más chicos) en variedades sensibles como el Malbec, y una disminución del área foliar (las hojas), dada por la acción temprana del viento.Por lo que se puede prever que habrá algunos racimos más escuetos, diferente a años más lluviosos o con canopias más boscosas” explica Marcelo Canatella, ingeniero agrónomo, asesor, especialista en viñedos de alta gama y en viticultura orgánica. Asesora desde Jujuy hasta Río Negro, pasando por Cafayate, Catamarca, San Juan, Mendoza y Neuquén.
Sobre el final del invierno y la primavera, los efectos del fenómeno El Niño trajeron muy buenas noticias para Mendoza ya que se pudo recuperar algo de nieve, lo que auguraba una muy buena escorrentía de agua en toda la provincia.
Esto se vio reflejado en los caudales de los ríos Tunuyán y Mendoza. Pese al invierno benigno, no dejaron de hacerse presente algunas heladas suaves, no tan profundas ni extensas como las sufridas en la cosecha pasada, pero que sí afectaron algunos viñedos, sobre todo los ubicados en las zonas más altas y los más recostados sobre el piedemonte. Ya avanzada la primavera, los eventos extraordinarios de viento zonda tardío, provocaron también los daños ya mencionados.
El Ingeniero Agrónomo Pablo Minatelli.
El ingeniero agrónomo Pablo Minatelli, quien está transitando su vigésimo séptima cosecha, detalló que “en Valle de Uco se está dando que es similar la época de cosecha al año pasado con la característica de que estamos cosechando variedades blancas: Sauvignon Blanc, Chardonnay y Pinot, estas dos últimas destinadas a espumante”.
Las temperaturas extremas de los últimos días son una señal de alerta: temperaturas por encima de los 35°C producen un bloqueo fotosintético, las plantas interrumpen sus procesos metabólicos y esto puede tener consecuencias sobre los procesos de madurez de la uva. “Hay que seguir de cerca los parámetros de brix, acidez total y pH. El fenómeno El Niño nos predisponía a tener un verano muy húmedo y lluvioso. La sanidad que vemos en las plantas es muy buena. Sin duda que esto es una gran noticia, ya que el principal requisito de la calidad de los vinos es contar con uva sana”, acota.
Previsiones en cuanto a cantidad y calidad
El Ingeniero Agrónomo Marcelo Casazza.
Así las cosas, la general es una previsión de cosecha “rápida”, con ventanas de trabajo cortas y puntuales. Se está viviendo y se espera un verano con más lluvias de lo normal, y eso no sólo reduce los días efectivos de cosecha, sino que también requiere una mayor cantidad de uva por día cuando las condiciones meteorológicas lo permiten.
Se esperan volúmenes menores a los históricos, mayores a los del año pasado: entre un 10, 15 y 20 % más que en 2023, dependiendo de las zonas, siempre teniendo en cuenta que el año pasado fueron números históricamente pobres. El año pasado se cosecharon unos 14 millones de quintales y se estima que este año sean unos 18 millones. Pero lo normal es entre 20 y 22 millones de quintales.
Las causas por la merma en la producción son principalmente las heladas tardías ya avanzada la primavera, como el año pasado, con la diferencia que fueron aún más intensas y hasta la primera semana de noviembre y, sobre todo, viento zonda en floración afectando al Malbec de las zonas altas, arriba de los 1.000 metros, como por ejemplo Valle de Uco, Compuertas, Vistalba y Agrelo.
Ingeniero Agrónomo Marcelo Canatella.
Para Canatella “con respecto a la calidad, no se pueden sacar conclusiones. Hay que esperar la vinificación. En la calidad influye mucho cómo se comporta el clima en los días previos a la cosecha, del 15 de febrero hasta fines de marzo. Ese último golpe de horno que se le da al racimo influye mucho, pero se puede prever un año de buena producción porque no ha sido muy lluvioso hasta ahora, no hay muchos problemas sanitarios. En resumen: producción menor a la media, pero mayor a la del año pasado y muy buena calidad, aunque definen la cosecha los días previos.
Por su parte el agrónomo y enólogo Marcelo Casazza, aseguró: “tendremos una buena calidad y sanidad de uva”.
¿Cosecha manual o cosecha mecanizada?
La elección depende en parte del destino enológico de las uvas y también de otros factores entre los cuales se encuentran, claro, los vaivenes de la economía, con sus leyes de oferta y demanda.
Marcelo Casazza, quien asesora bodegas de todo el país, especializado en vinos de alta gama, asegura que “la cosecha mecánica viene creciendo todos los años entre un 5 y un 10 %, excepto para parral, que es manual.”.
Si bien para adquirir una maquina cosechadora hay que desembolsar unos 500.000 euros aproximadamente, lo que se usa es alquilarla, a razón de unos 850 dólares por hectárea, dólar oficial. Esta máquina cosecha de 8 a 10 hectáreas en 24 horas.
Lo que se paga al cosechador es mucho menos. “Es difícil conseguir cuadrillas de 20 o más personas. La gente que antes venía con familiares de Bolivia, por ejemplo, no está viniendo porque no le rinde económicamente. El tacho de uva final se paga aproximadamente a 500 pesos. O sea, 40 tachos por día, unos $20.000”, señala Casazza.
Pese a las diferencias en los precios, en algunas fincas ya se ve aproximadamente un 40 % de cosecha mecánica. Mas allá del número, lo importante es cómo se ha ido incrementando año a año ese porcentaje. Comenzó hace ocho años con un 5 al 10 %, y la superficie que se cosecha a máquina ha ido aumentando cada año. “Al alquilarse por hectárea, donde hay mucha producción te conviene la cosechadora mecánica porque es un valor fijo, y donde hay poca producción… obviamente incide mucho en el costo de la uva”, agrega Casazza.
Consultado sobre este tema Minatelli, quien junto al equipo agronómico y enológico de Luigi Bosca tiene a cargo la gestión de las fincas propias, en total unas 550 hectáreas de viñedos ubicados en Maipú, Lujan, Tunuyán y San Carlos, explicó que, a fin de crear estímulo para cosecha manual, “desde el año pasado contamos con un programa para las personas que son parte del grupo permanente de las fincas, con pagos adicionales por productividad de cosecha. Les damos también lugar a sus familiares directos (siempre y cuando cumplan la edad mínima para poder anotarse en la cosecha). Así, podemos conformar un grupo de unas 40 personas, lo que nos garantiza un volumen bueno de cosecha diaria”.
Desafíos y perspectivas
A pesar del avance de la cosecha mecánica y sin meternos en temas económicos o financieros, los grandes desafíos se suelen ver en la parte media del periodo vendimial, cuando hay superposición en las cosechas. Durante todo el mes de marzo se están cosechando muchas hectáreas de la misma variedad al mismo tiempo y surge el problema de que no hay máquinas cosechadoras disponibles.
“Y ni hablar del tema de chasis o equipos para transportar la uva de las fincas a las bodegas”, asegura Canatella. Esto según señala “ha sido una complicación los últimos años porque se ha dado muy concentrada la cosecha: en cinco semanas ha salido un gran volumen de uva”.
Con una uva que viene sana y de buena calidad, el gran fantasma son las de lluvias de febrero o marzo. “Eso afectaría más la calidad que la ola de calor. Me imagino una cosecha bastante concentrada: muchas variedades durante las primeras tres semanas de marzo. Si no llueve mucho, puede ser un año muy interesante” puntualiza el agrónomo.
Pablo Minatelli estima que las perspectivas son buenas. “Sabemos que hay factores que no podemos dominar ni prever. Pero como equipo nos hemos preparado para poder responder a la mayoría de las contingencias necesarias”.
Otro de los grandes desafíos y más allá de lo climático es, como siempre, la relación precio por kilo de uva. Con un costo por hectárea de unos 3.500 a 4.000 dólares oficiales, el gran reto según Casazza “es la productividad / rentabilidad”. Es sabido que cada año hay productores que van abandonando. “Pero entiendo que los precios se van a acomodar, deberían pagar el doble del año pasado. Por ejemplo, en las zonas en las que se pagó 250 el kilo de Malbec, ahora se debería pagar 500, teniendo en cuenta que el Valle de Uco es más caro”, cerró.