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Impuesto al vino: argumentos que cuestionan un gravamen inexplicable

Con bastante asombro y mucho malhumor, la industria vitivinicola de Mendoza recibió la noticia anunciada por el Ministro de Hacienda de la Nación Nicolás Dujovne, de que los vinos tranquilos comenzarán a tributar un 10% en mercado interno y que los espumantes harán lo propio, con un impuesto del 17%. Algunos se preguntan qué lobby estarían haciendo los legisladores provinciales, o qué información sobre el vino tendrán los altos estamentos gubernamentales que atienden en Buenos Aires, ya que al menos algunos de los argumentos que se esgrimen para apoyar esta medida muestran un importante, y al menos triste, desconocimiento de las principales características de la industria madre de Mendoza

En primer lugar, los números.
La pregunta es, cuánto suma un impuesto antipático a un sector que sólo representa el 1,5% del PBi nacional? Un informe publicado en Clarin Rural escrito por la periodista Soledad González de Diario Los Andes, indica que la industria ya realiza un aporte fiscal importante, y que un impuesto al vino tranquilo del 10% y del 17% para los espumantes, no sumaría mucho a la balanza. Según se aclara, teniendo en cuenta una base de cálculo de ventas por $ 72.000 millones anuales, de los cuales $ 54.000 millones corresponden al mercado interno, la actividad vitivinícola ya realiza un aporte fiscal de $ 18.000 millones de pesos anuales, a lo que el nuevo impuesto pretendería sumar unos $ 5.400 millones.
Desde varios sectores sostienen que la carga impositiva actual de la industria vitivinícola argentina representa casi el 35% del total de las ventas teniendo en cuenta impuestos directos nacionales e indirectos provinciales y municipales.
Por otra parte, el nuevo gravamen llega a actividad en un momento en el que los números de ventas en el mercado interno y externo están en franca retracción. Según el último reporte de comercialización de vinos del Instituto Nacional de Vitivinicultura, entre enero y setiembre, las ventas de vino en el mercado interno cayeron 5%, en tanto las exportaciones en el mismo periodo se retrajeron 6,8%.

Segundo tema, el vino versus la cerveza, la eterna disputa. Dujovne puso en el tapete la siguiente pregunta «¿Es justo que la cerveza tenga impuestos – ya pagaba el 8% y cuyo tributo subiría al 17% – y el vino, no?
Si es justo o no, depende del cristal con que se lo mire. Datos que brinda la industria en la página la Cámara de la industria cervecera argentina indican que la producción, distribución y comercialización de cerveza en Argentina – unos 17,6 millones de hectolitros- es responsable de dar empleo a 36.600 argentinos. El 75% de esta producción lo tiene ABInBEV que es dueña de Cervecería y Maltería Quilmes, con sus marcas Quilmes, Brahma y Stella Artois. El 22% lo tiene CCU a través de Heineken, Budweiser, Imperial y Schneider, entre otras marcas e Insenbeck (3%). Dentro del segmento de bebidas alcohólicas, las cervezas prevalecen con el 60% del total. El resto son vinos (25%), aperitivos y vermuts (12%) y espirituosas (whisky, gin y ron), con un 3%.
– 43 son los litros anuales per cápita en los que está estancado el consumo de cerveza en la Argentina desde hace una década
– 650 es el número de microcervecerías y marcas artensales que surgieron en los últimos dos años. Pero estas 650 cervezas artesanales solo poseen el 2% de las ventas.

La industria del vino en cambio es una economía regional que involucra a 6 provincias con más de 230 mil hectáreas plantadas en el país y que genera unos 400 mil puestos de trabajo, con un consumo promedio hoy de 20 litros per cápita (y una caída de 5 litros sólo en los últimos 4 años) además de ser una industria desconcentrada, con casi 850 establecimientos elaboradores. El vino es además la única bebida elaborada en Argentina que se comercializa en el mundo, con un valor superior a los 1000 millones de dólares anuales, ocupando un porcentaje del 3% del share a nivel mundial, creando marca e imagen de Argentina en todo el mundo.

Sin desmerecer a la cerveza, y de hecho la cerveza también es una bebida milenaria con registros que datan de más de 6 mil años de antigüedad, y con variosestudios que avalan sus beneficios para la salud si se la consume con moderación, no es posible comparar los riesgos y costos de una producción serial e industrializada, como la de las cervezas lager, frente a un producto como el vino que conlleva un sinnúmero de procesos desde la plantación de la vid, hasta la salida de la botella a la góndola.

Otro tema: Para el Ministro de Hacienda es necesario colocar un impuesto al vino porque éste es perjudicial para la salud. “El consumo de alimentos y bebidas perjudiciales para la salud, como es el caso del vinos, tiene costos para quienes los consumen, es decir, menores ingresos en el mercado laboral, gastos médicos y enfermedades y también costos para la sociedad como por ejemplos los gastos que ocasionan las enfermedades que causan que deben ser atendidos por el Estado».
Bajo este argumento el Gobierno castiga al vino, y exime de gravamen a las bebidas y jugos dietéticos -o light-, por considerarlos “saludables”.

Qué hay de cierto en esto? Nada. Citemos en primer lugar al doctor Raul Pastor que habló en este programa hace dos meses atrás, en ocasión de presentar la investigación sobre los beneficios del vino parra la salud en el Insittuto de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad del Aconcagua. “En 1997 se descubrió el efecto preventivo del resveratrol, un compuesto químico de los vinos tintos, en cuanto al cáncer, y desde entonces surgieron muchas investigaciones. Hoy hay cerca de 10.000, y hacen del resveratrol algo vital para el organismo con 75 beneficios en todo el cuerpo”, Aumenta la cantidad de mitocondrias en las células musculares, mejora la cognición y la salud cardiovascular, actúa como anti inflamatorio y en el plano de la reumatología. Además reduce el estrés y aumenta las defensas, entre otras cosas”, acotó.

La investigadora del Conicet, Alicia Penissi también lo vinculó a la cura o el tratamiento de enfermedades crónicas, y a la preventivo de enfermedades cardio cerebrovasculares y neuro degenerativas (como el Alzheimer).

Lo que se recomienda es un consumo moderado, y aquí los beneficios van desde una mayor agilidad mental hasta dientes más sanos.

Por los mencionados antioxidantes presentes, está comprobado una copa diaria de vino tinto disminuye el colesterol malo y es una excelente forma de reducir la formación de coágulos de sangre.

De la misma forma, el vino blanco también tiene consecuencias positivas, especialmente en la salud bucal, evitando la formación de caries y gingivitis.

De acuerdo con alrededor de 70 investigaciones que se realizaron recientemente, el consumo de vino leve o moderado mejora además la agilidad mental y la función cognitiva. Asimismo, tal como demostró la Academia Sahlgrenska (Suecia), también previene la demencia, ya que los mencionados antioxidantes del vino impiden que las arterias se endurezcan e inhiben la coagulación, lo que mejora el riego sanguíneo del cerebro.

El consumo moderado activa además un gen que impide la formación de células de grasa y, al mismo tiempo, moviliza a las ya existentes. Esto fue demostrado por un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que fue publicado recientemente en Nature. En este sentido, beber vino de una forma moderada puede reducir el sobrepeso y la obesidad al envejecer.

Por su parte, las bebidas light que según el ministro no deben pagar impuestos, fueron señaladas por un estudio publicado el año pasado por el programa PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea) con la participación de la Universidad Rovira i Virgili, de Italia, como las responsables de incrementar en 9% el riesgo de sufrir hipertensión y también de presentar niveles bajos de colesterol bueno. Para la investigación se analizaron los datos de 1.868 participantes de entre 55 y 80 años sin síndrome metabólico al inicio del estudio
Respecto a los jugos de fruta naturales o envasados, su consumo frecuente también se asocia a un mayor riesgo de tener obesidad abdominal. En este caso, una señal para determinar quién lo padece es medir la circunferencia de la cintura. Según el National Cholesterol Education Program, 102 cm de perímetro de cintura-cadera es el recomendado para los hombres y 88 cm para las mujeres.
La obesidad abdominal, la hipertensión arterial, los niveles bajos de colesterol HDL (bueno) en sangre y los elevados niveles de triglicéridos y de glucosa son un factor de riesgo para la salud. La alimentación y la falta de ejercicio físico son el principal factor. Sin embargo, un reciente estudio advierte ahora que los jugos y las bebidas light juegan un papel clave.
Las personas que consumen más de cinco veces a la semana bebidas con alto contenido de azúcar o edulcorante, incluso si es un jugo natural o una bebida light, presentan entre 43 y 74 por ciento más de riesgo de desarrollar síndrome metabólico que aquellos que beben menos de un vaso.
Los expertos explicaron que este tipo de bebidas tienen un bajo valor nutricional y aportan grandes cantidades de azúcares u otros edulcorantes, y su ingesta excesiva propicia el sobrepeso y la obesidad, así como la proliferación de diabetes, enfermedades cardiovasculares e, incluso, algunos tipos de cáncer. Por lo que recomiendan disminuir su consumo.
El síndrome metabólico es uno de los mayores problemas de sanidad pública. Las personas que lo padecen tienen un riesgo 3 veces mayor de sufrir un infarto de miocardio o un ACV y un riesgo 2 veces mayor de morir por esta causa, en comparación con las que no lo padecen.