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Bodega Bressia cumple 20 años y los celebra con un «grand cru» blanco y nueva bodega en Jujuy

Que lo que diga la etiqueta es lo que hay dentro de la botella, mantener la honestidad, y tener a la familia como respaldo, son las claves del éxito para Walter Bressia quien definió con estos conceptos una trayectoria de 20 años, en la que desarrolló una empresa familiar que triunfó en el mundo d elos vinos high end. Hoy, nadie lo duda, Bressia es sinónimo de alta gama en Argentina, con vinos cuidados y un estilo que los distingue.

Walter se enorgullece de este logro y dice cómo llegó a él. «Hoy si Bressia dice es Malbec, el consumidor no lo duda, y quien se para frente a un exhibidor de vinos y ve un Bressia tinto, sabe lo que va a tomar, dulzura, elegancia, un vino armónico y carnoso», sentencia.

Para festejar, reunió en Mendoza a toda su familia en el Park Hyatt e invitó a un grupo de periodistas, donde presentó entre otras novedades, el primer vino que lleva su nombre: Walter Bressia Grand Blend de blancas es, podríamos decir, su versión mendocina de un «grand cru» de Chablis. Si bien no reveló las variedades, el vino es del viñedo propio de Agrelo – Marita (en honor a su esposa) – y en lo personal me atrevo a adivinar-por ciertas notas y sabores- que tiene Chardonnay, Chenín y Semillón, aunque como dije, los componentes no fueron develados. «No digo qué tiene porque hay años en que alguna variedad no se dará bien, y por eso no quiero atar al consumidor a las variedades de las cuales se enamoró».

La etiqueta del Grand Blend (diseñada por Guillo Milia) refleja en su estilo las de los cru (o vinos de pago, o de lugar) franceses. Son sólo 3 mil botellas y el precio $22.000.

«El primer blanco que hice fue Lágrima Canela en 2006, siempre pensando que podíamos en Argentina elaborar vinos blancos tan buenos como los europeos, teniendo en cuenta los conocimientos enológicos y agronómicos para lograr condiciones de equilibrio tánico, manejo de anhídrido, PH, oxígeno, suelos».

La otra gran novedad es que Bressia junto a dos socios más, están terminando de plantar un viñedo propio y maquinaria para una bodega de 50.000 litros en la localidad histórica de Purmamarca (Jujuy) con una inversión de u$d 600.000. Allí empezará a elaborar en 2022 con uvas de otros productores. «Estamos a 2.200 msnm, donde arranca la Quebrada, donde el clima es más benévolo».

Tener un lugar propio para mostrar lo que se hace siempre ha sido vital para Bressia, que cuenta la construcción de su propia bodega en Agrelo, en 2006, como uno de los grandes hitos de su vida.

Al consultarle qué consejo le daría a alguien que empieza una pequeña bodega, señaló: «en primer lugar, ser honestos; hay que saber decir no cuando la producción se terminó y no tentarse con los números, eso te genera la seguridad y la solidez. El consumidor, recuerden, es muy sensible a los desencantos y cuesta mucho hacerse un lugar en el mundo del vino».