Con las cenizas y yesos que descarta al día la biorefinería de Palmira, que convierte en alcohol los desechos vínicos de las bodegas, se pueden generar materiales de construcción sostenibles. Proyecto colaborativo de Dervinsa con el Conicet.
Este viernes, DERVINSA, biorefinería de Palmira especializada en upcycling de materia orgánica natural descartada del proceso de vinificación de las bodegas, firmó un convenio con el CONICET para llevar a cabo una investigación conjunta orientada a la obtención de biomateriales que contribuyan a la diversificación de la matriz productiva regional.
Colaborativamente con el Laboratorio de Metalurgia Extractiva y Síntesis de Materiales -conformado por investigadores, docentes y alumnos de grado y posgrado de la UNCuyo y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas-, llevarán adelante el proyecto denominado “Síntesis y Caracterización de Geopolímeros, Utilizando Subproductos Provistos por la Empresa DERVINSA”.
Los investigadores analizarán la puesta en valor y el aprovechamiento de cenizas y yeso orgánico resultante de los procesos productivos de dicha compañía, para la obtención de materiales de construcción sostenibles, mediante el método de geopolimerización.
La empresa produce aproximadamente 500 toneladas de cenizas y 3.000 toneladas de yeso orgánico (CaSO4) anualmente, los cuales pueden constituir una alternativa fiable, innovadora, ecológica, económicamente viable y competitiva para la industria y para la producción de nuevos geopolímeros porosos, brindando beneficios al ambiente y reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.
Durante la firma del convenio, Roland Kosche, gerente general de DERVINSA indicó que “esta investigación permitirá dar un paso más en la estrategia de diálogo y articulación con el sector académico, científico y tecnológico que promueve la empresa, invitando a un proceso dinámico de innovación abierta e inteligencia colaborativa que acelere la transición de Mendoza hacia un modelo de economía circular, generador de beneficios sociales, ambientales y económicos”.
Por su lado, Rodolfo Wuilloud, director del Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas (ICB), aseguró que “la celebración de este convenio con una reconocida empresa de Mendoza, representa un hito en la historia del Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas debido a que, no solamente es el primer convenio que estamos celebrando con una empresa, sino también porque nos permite visibilizar el beneficio directo que tienen para la sociedad, los conocimientos generados por los científicos de nuestro Instituto, en este caso, en lo referido al desarrollo de nuevas tecnologías químicas.
Además, agregó: “Este acuerdo ayuda a resolver una problemática concreta de una empresa y está muy relacionado con el cuidado del ambiente, ya que lo que es considerado normalmente un desecho industrial, podría terminar siendo un producto de valor económico como resultado de nuestras investigaciones”.
De la firma del convenio de colaboración, por el CONICET, estuvieron presentes: Fidel Roig (director del CCT), Rodolfo Wuilloud (director del ICB) y los investigadores Daniel Rosales y Mario Rodriguez. Por DERVINSA, participaron Roland Kosche (gerente general), Carmen Gandolfo (gerente de Administración y Finanzas), Federico Urigüen (gerente de Asuntos Institucionales) y Celeste Dalfovo (gerente de Laboratorio, Calidad & Desarrollo de Nuevos Productos).
Acerca de DERVINSA
DERVINSA, con 85 años de experiencia, viene concretando una ambiciosa transformación de su modelo de negocios, con el fin de ofrecer soluciones de base biológica a los desafíos ambientales de la industria.
Desde sus inicios, la empresa ha recopilado, acopiado y procesado el material orgánico descartado del 80% de las bodegas del país. De esta manera, realiza upcycling de 190.000 toneladas de material orgánico natural para obtener bioproductos como ácido tartárico, alcohol vínico, aceite de pepita de uva y compost, entre otros.
La biorefinería apuesta a la sustentabilidad de la industria y desde hace décadas le da tratamiento a los residuos que genera. Hace más de 20 años que implantó un bosque de 110.000 árboles que es irrigado con aguas residuales ricas en nutrientes, derivadas del proceso de elaboración previamente tratadas y acondicionadas para su reúso agrícola.
Además, con una parte de los efluentes sólidos elabora un compost que es empleado como mejorador de suelos de viñedos y fincas. La otra parte restante se usa en la generación del 85% del vapor (biomasa) utilizado en procesos por intermedio de dos calderas destinadas a tal efecto. De este modo, se evita consumir combustibles fósiles no renovables, lo que trae aparejado una importante reducción en las emisiones de CO2 a la atmósfera.