La reconocida enóloga y comunicadora española María Isabel Mijares visitó la semana pasada Mendoza, por invitación de Bodega SinFin, única bodega que asesora en la provincia.
Tras el triste fallecimiento de Carlos Caselles hace más de un año, la bodega familiar de Maipú sigue – según Mijares- siendo su obra ”hoy interpretada por sus cinco hijos, cada uno aportando lo que sabe”.
Sobre las novedades que presenta SinFin expresó: “Hoy se ve en ella un cambio importante de viticultura y en enología, que está apuntando hacia mayor calidad, esta bodega en muy pocos años llegó a estar muy presente en la vida de los argentinos, pero había que dar un salto más y lo han dado. Realmente los vinos están estupendos, estuvimos probando los vinos del año pasado y los que están en barricas, a fin de que en unos meses hagamos la sugerencia para hacer los cortes”.
En una charla a fondo sobre la actualidad mundial del vino, Mijares expresó sobre lo que se está viendo en el mundo en estos momentos: “Yo creo que estamos llegando a un equilibrio. Las modas en el mundo fueron cambiando. Pasó la moda de los vinos potentes, estructurados y con mucha madera, ahora está llegando el momento de la búsqueda del placer. El consumidor no quiere reflexionar sobre lo que está bebiendo, necesita apreciar el vino sin entenderlo. El vino te tiene que decir algo y yo creo que todos los países se están haciendo maduros y en el mundo entero se está llegando a vinos más elegantes y fáciles de beber, que invitan a una segunda copa”.
- Sin embargo esos vinos no suelen ser los que ganan grandes puntajes ¿Cómo se conjuga una cosa con otra?
Todo depende de lo que la bodega quiera. Si se quiere grandes críticas, tiene que ir a vinos susceptibles de críticas importantes, si busca al consumidor, que hoy quiere elegancia, finura, tiene que hacer otro tipo de vinos. De hecho nos encontramos con bodegas que preparan vinos para ir a concurso, y eso no es honesto, ya que el consumidor en la botella luego encontrará otro perfil. Afortunadamente cada vez son menos las que hacen eso porque se dan cuenta que esa fama no dura.
- ¿Está de acuerdo con los sistemas de puntajes?
No me quejo de los puntajes, pese a que muchas veces no estoy de acuerdo con ellos, porque ponen a una región en el candelero. Recuerdo hace algunos años (Robert) Parker puso un alto puntaje a un vino de una cooperativa de Valdeorras, que elevó a la región y subió los precios de todos los vinos. Los puntajes son buenos siempre que no se llegue a la extravagancia.
- Hacía dos años que no venía por Argentina, ¿qué cambios ha percibido en esta visita?
He visto grandes cambios en el packaging, etiquetas, botellas, algunas me gustan mucho, encontré también cambios en la evolución hacia los blends a base de Malbec, y creo que el mundo va hacia los cortes. En Chile también están haciendo Carmenére con otros tintos, Cabernet, Merlot, Pinot Noir. Veo en general que el mercado argentino está más adulto, está dejando de ser Nuevo Mundo para subirse al tren de los países vitivinícolas más tradicionales.
- En Argentina los vinos tienen precios altos por el alto costo de los insumos internos y porque estamos muy lejos de los lugares de consumo, ¿piensa usted que salir al mundo con vinos de precio alto es una buena estrategia para Argentina?
Yo creo que Argentina tiene que cuidar ambos lugares. Tiene que ser especialmente competitiva en el granel, como lo hacen tanto Italia como Francia y España. Y en los precios más altos debe estudiar su mercado y ser especialmente competitiva. Entendemos que en Argentina el insumo seco es muy costoso. Aquí una barrica vale al menos 30% más que en España, lo mismo le pasa al corcho, o al vidrio. Creo que tendrían que hacer un estudio de precios razonable, pero en verdad pienso que Argentina se puede subir al tren de los grandes países vitivinícolas. No le falta calidad. Lo que más le falta es comunicación. Las opiniones no son publicidad, no hay que confundir; me refiero a que antes en los foros o reuniones de periodistas internacionales nos encontrábamos con muchos periodistas argentinos y ahora hay una notable ausencia de la prensa argentina en esos foros. Argentina tiene entidad para que en muchas de sus ciudades haya periodistas que sean columnistas del vino y esto lo tienen que apoyar las empresas y los periódicos.
- ¿Cree que hoy las redes sociales pueden reemplazar a ese columnista especializado?
No lo reemplazan, además causan muchísima confusión Hay gente en las redes sociales con miles de seguidores pero no tienen conocimiento ni rigor en lo que dicen. Si la bodega busca que su marca la conozcan cientos de miles de personas, buscarán ese tipo de comunicación. Si buscan quien brinde una opinión con sustento, buscarán periodistas.
- ¿Cómo piensa que se puede llegar al público joven para que aprecie más el vino si no es a través de las redes?
Creo que durante años nos equivocamos con la comunicación, al joven lo que le apetece es que lo introduzcamos en un mundo divertido, no porque el vino lo hizo su abuelo. Hay que comunicar placer, no poner normas continuamente como se viene haciendo.
- ¿Qué opina de los sommeliers?
Son indispensables. Son el último eslabón de la cadena con el consumidor. Pero deben cumplir con su misión, el problema es que hoy el sommelier quiere reemplazar al enólogo, al periodista, al crítico, y yo creo que deben estar para lo que están que es para comunicar el vino al consumidor en el servicio.
- ¿Qué nuevas tendencias de consumo se aprecian hoy en los principales mercados para el vino?
Se está yendo a vinos más jóvenes, afrutados y fáciles de tomar en el segmento joven. Sin embargo, en el segmento de los baby boomers, yuppies y entendidos que quieren presumir que invierten más dinero en vino, ese no es el vino que se toma. Por eso hay que tener dos comunicaciones diferentes y al menos dos productos diferentes, que apunten a esas dos poblaciones.
- ¿Qué oportunidad ve para los vinos orgánicos y biodinámicos?
Estos vinos están triunfando en el mundo entero, pero el consumidor también tiene una confusión entre lo orgánico, natural, biodinámico, y eso debe comunicarse de manera fácil; estos vinos tienen una oportunidad, ya que la alimentación natural está triunfando en el mundo. De momento está siendo un argumento de venta, aunque no sé si sea una moda que permanezca a largo plazo, ya que a su vez veo una vuelta a los vinos tradicionales.
- En medio de esta confusión que usted menciona y de gustos tan diversos, ¿cómo hace hoy una bodega para tomar decisiones de elaboración y venta?
La bodega tiene que estudiar muy bien su segmento y definir su juego, un tipo de discurso y fundamentalmente un mercado; el problema es que muchas veces las bodegas no hacen un estudio previo y serio de mercado, lanzan productos porque ven que otros lo hacen, o por alguna moda y eso no resulta.
- Hoy Argentina ha avanzado hacia el estudio de suelos, y de las indicaciones geográficas, ¿le parece que ese es un camino que hay que seguir para tentar al consumidor internacional?
Pienso que deben aclarar el concepto de terroir y no hablar sólo de suelo, como he visto en muchas publicaciones; el terroir es clima, suelo, variedades e intervención humana. Sí es importante que el consumidor vea en la botella la explicación de ese terroir, cuáles son las diferencias que tiene la variedad, modificada por el clima y el suelo.
- ¿Qué habría que poner en la etiqueta para que el consumidor identifique al vino argentino en una góndola internacional donde hay cientos o miles de etiquetas?
Hay que poner en primer lugar la zona y qué le podemos pedir a ese vino, Argentina, Mendoza y zona, y nada más. Todo mundo sabe en Francia lo que es un Médoc, o un Fronsac. Que se vea muy claro Argentina, más allá de la marca, ya que muchos extranjeros ni siquiera tienen claro dónde está Argentina. No creo que haya que hilar tan fino con las micro-regiones todavía. Sí hay que situar el vino y que el consumidor luego tenga ganas de estudiar más sobre esas regiones.