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5 mujeres y el sueño del vino propio

Historias de 5 enólogas que empezaron de cero con sus proyectos vitivinícolas, y los hicieron crecer a base de cariño y pasión.

Por Giuliana Perinetti

Elaborar bajo sus propias reglas, recrear su personalidad en un vino, representar su visión, tener objetivos claros, estar dispuestas a salir de zona de confort, decidir en base a conocimiento y sensación, afrontar obstáculos y trabajar con pasión. Estas son algunas de las características que unen a estas mujeres del vino. Te invitamos a conocer sus historias.

Jimena López: “Quise hacer vinos sin seguir las reglas de otros”

María Jimena Lopez es enóloga, dueña y fundadora de Graffito Wines. Tras 15 años de trabajo y aprendizaje en grandes bodegas quiso hacer vinos sin seguir las reglas de otros. Motivada por crecer y por poner en cada botella el conocimiento adquirido, recreó su propia personalidad en cada uno de sus vinos.

En el 2008 empezó elaborando un Malbec de Perdriel, Lujan de Cuyo. Luego sumó Cabernet Franc y Riesling.

Actualmente el 95% de su producción es de Lujan de Cuyo, zona que le fascina y conoce en profundidad. La mayoría de los vinos que elabora son de exportación y se comercializan en EEUU. “Trazado” es la marca para Argentina, que incluye también un Sauvignon Blanc dulce natural.

Por otro lado, en conjunto con su amiga, la enóloga, Miriam Gomez, armó “Solo una vez”, un blend de siete variedades de Valle de Uco, donde cada botella es diferente a las demás, tanto en la composición como en la etiqueta.

Desafíos. No importa si es hombre o mujer, un emprendedor en Argentina afronta los mismos obstáculos: falta de estabilidad económica y dificultad para acceder a financiación. “Es difícil obtener créditos cuando sos pyme” se resigna Jimena quien, como emprendedora, tuvo que afrontar también desafíos ligados a la comunicación, marketing y administración. En lo personal, sigue estudiando y cuida detalles.  “Cada etiqueta de Graffito tiene un pedazo de mi alma, refleja mi personalidad y por eso soy muy cuidadosa con todo”.

Objetivos. “Este ha sido un año de supervivencia, el desafío es mantenerse y el año que vine evaluar.  Apuntamos a exportar más y a abrir nuevos mercados”

El toque femenino. “El mejor equipo es mixto, hombre y una mujer. El hombre es práctico, más simple. Las mujeres solemos ser más detallistas, evaluamos más las alternativas, hacemos un estudio más extenso a la hora de decidir tomar un camino. El complementar esas dos partes me parece perfecto”.

Jimena instó a aquellas mujeres que aspiran a crear su propio proyecto enológico a que no duden: “Hay que estar dispuesta a salir de zona de confort, cuando tenés un objetivo claro nada te puede parar. Hay que estar convencida de lo que uno quiere lograr, trabajar en consecuencia, luchar y prepararse para ese objetivo” graficó.

Silvia Corti: “Mi producto nació como un vino familiar”

Silvia Corti es una autoridad en el mundo del vino. Fue head winemaker de grandes bodegas por muchos años. Hasta que un día, casi por casualidad, empezó a elaborar un vino de garage.

 “Mi suegro tenía una finca en Lunlunta con viñedos antiguos, y me pidió que hiciera el vino de la familia en el garaje de la finca”, empieza contando.

Los comienzos de “Silvia Corti Wines” serían en 2005, pero el primer vino sufrió un percance causado por un empleado y el vino no pudo salir al mercado.  En 2006 lanzaron “Cerrojo, Malbec de Lunlunta, que llevó ese nombre debido al incidente, que para que no se repitiese se puso un “cerrojo” en la puerta del garaje.

De aquel vino eran sólo 600 botellas. “Nos inscribimos como vino casero, lo empezamos a comercializar en Buenos Aires, en restaurante y vinotecas. El producto salió muy bueno y al poco tiempo estábamos bien posicionados” recordó Silvia.

Durante algunos años Silvia tuvo que dejar de lado su proyecto, por exclusividad laboral con la bodega en la que trabajaba. Lo retomó en 2019 con cambios, ya que la finca familiar se había vendido y compró uva en diferentes lugares haciendo hincapié en las indicaciones geográficas.

Hoy elabora 4000 botellas propias: “Intento que mi línea sea orgánica. Busco representar la identidad del lugar, ocupando barricas grandes con menos impacto de la madera en los vinos” detalla.

Los vinos. “Cerrojo” Malbec y Cabernet Franc. “Silvia Corti” Altamira, Cepillo, Gualtallary y Las Compuertas (todos Malbec).

Objetivos. Llegar a elaborar 10.000 botellas anuales y tener bodega propia.

Desafíos. “Si bien es difícil de emprender con la situación económica del país, hay que tomar coraje y hacerlo, así cada vez habría más proyectos pequeños, dando mayor variabilidad y posibilidades a los consumidores y a los mismos productores”.

El toque femenino. “Las mujeres les ponemos mucha pasión, mucha sensibilidad en términos de degustación […]En la selección de viñedos, no nos dejamos llevar fácilmente por lo que vemos. La viña respira, cuando la camino en vendimia, me voy dando cuenta en qué estadio está sin tanto análisis. Eso es lo bueno de trabajar para vos, poder decidir todo en base a tu experiencia, conocimiento y sensación.  Las mujeres somos mucho más sensitivas”.

Coti Gaitieri: “Siento este proyecto como parte de mi vida”

Constanza Gaitieri cursó una maestría en España, cuyo proyecto final terminó siendo la creación de lo que hoy es “Malpensado Wines”: “En la maestría elegí la orientación de emprendimiento y el trabajo final fue hacer un mini proyecto, y si bien no tenía claro si volvía a la Argentina o no, avancé igual. Terminé regresando y empecé a trabajar en una gran bodega en paralelo con mi proyecto.” comentó la enóloga.

 Al regresar a la Argentina nada salió como esperaba. Todo lo organizado salió “mal pensado” de ahí el nombre, comentó Gaitieri divertida.

No obstante, desde 2019 está a tiempo completo con Malpensado Wines donde elabora todo vinos espumosos. Son 100.00 botellas al año, que vende en su mayoría en Argentina y el resto se exporta.

Los vinos. Actualmente tiene tres que responden a los procesos de elaboración: Charmat con dos espumantes Chardonnnay y Torrontés Extra Brut y un Rosado dulce de Chardonay, Chenin y Malbec. Champenoise que cada año se hace con una variedad distinta y no usual para espumosos, como Syrah y Riesling y por último un Petnat que hoy es un rosado.

Objetivos. Exportar más y a nuevos mercados. Tener un lugar donde poder recibir gente, “algo lindo chiquito y de alta gama”.

Desafíos. Dar a conocer una marca nueva fue uno de los obstáculos a vencer: “Hay que participar de ferias, comunicar mucho, viajar, sos la cara visible de tu proyecto y es una actividad muy demandante”.

El otro es encasillarse. “Ahora tengo con mi marido un proyecto de vinos tranquilos, y siento que hay que darle una la vuelta de rosca más para demostrar que puedo hacer un excelente trabajo en esta área y no sólo en espumosos”.

Como mensaje a otras mujeres enólogas enfatizó la importancia de tener una pasión realmente sentida “Sientan el proyecto como parte de su vida, esa es la única manera en que se puede trasmitir el producto a la gente”.

Marilyn García: “Mis vinos transformaron el dolor en algo positivo”

Marilyn García comenzó su proyecto vitivinícola “13 Cles” en 2009, tras un accidente automovilístico que casi le cuesta la vida. Tenía 26 años, estaba recién graduada cuando, camino a su primer empleo, su auto volcó y ella salió despedida. Fue un milagro que sobreviviera. “Ese año tuve mucho malestar anímico y mi médico me aconsejó hacer algo para que mi cabeza se aliviara. Le hice caso y empecé a hacer vinos en el garaje de mis padres”, recuerda.

El nombre del proyecto debía referirse a lo vivido. Eligió “13 Cles” por el día del accidente, 13 de mayo, el día de su buena suerte y renacer, y “Cles” que significa llave en francés. “La llave que me abrió mil puertas de posibilidades infinitas” compartió emocionada.

En el 2010 hizo su primera elaboración, 1000 botellas de Malbec de un viñedo antiguo de Carrodilla. Actualmente elabora 50.000 botellas anuales y vende todo en la Argentina.

Los vinos. Tiene 4 líneas, una joven sin madera, otra reserva con paso por barrica, Gran Reserva y Ediciones limitadas de varietales diferentes.

Objetivos. “Estoy en lugar donde me gustaría estar en varios años. Creé un espacio de vino en mi casa. Quiero que la gente que pruebe mis vinos lo haga en casa donde todo comenzó”.

Desafíos. Una de las cosas más difíciles fue lograr que le vendieran 100 kilos de uva, “[…] en ese tiempo no se usaba hacer vinos de garaje o artesanales, fue un desafío lograr que me vendiesen la uva para elaborar […]”. Y sigue: “En el 2010 toqué muchas puertas y ninguna se abría, nadie quería probar un vino casero. Hasta que en el 2011 logré ingresar, como vino fuera de carta en el restaurante “La Casa del Contratista”. Un día fue Alejandro Vigil a almorzar y pidió un vino diferente, que no estuviese en la carta y el único que había era el mío. Lo probó y le encantó, lo recomendó por Twitter y en pocos días ya había vendido todas las botellas […] “Sigue siendo el desafío llamar la atención del cliente y que te sigan eligiendo”.

El toque femenino. “Las mujeres somos más minuciosas, detallistas y delicadas y eso se trasmite en el vino”.

Por último, instó a las enólogas que aspiran a crear su propio proyecto a que lo hagan: “Aquel que sale de su zona de confort tiene un crecimiento absoluto de vida.”

Diana Bellincioni: “Quiero dar a conocer el potencial de Jujuy”

“Kindgard” es un proyecto vitivinícola que surgió en 2019 en Purmamarca, Jujuy, como resultado de una sociedad entre la enóloga Diana Bellincioni y su primo el Ing. Agrónomo Adolfo Kindgard. Entre el 2019 y el 2022 plantaron 29 hectáreas, con Syrah, Malbec y Cabernet Franc. Construyeron la bodega, un restaurante y actualmente están desarrollando cabañas.

El nombre” Kingard” se debe al apellido materno de origen escandinavo que une a los primos hermanos. La bodega surge con un concepto de sincretismo entre la cultura de Jujuy y la de la ascendencia europea muy fuerte del lugar.

Actualmente elaboran 5.000 botella anuales y aspiran a llegar a las 50.000 botellas. “Vendemos bastante bien desde la bodega. Tenemos una nube desde donde comercializamos, y estamos en diferentes restaurantes de Jujuy y en Buenos Aires” comentó Bellincioni.

Los vinos. El proyecto está integrado por tres líneas, “Sacha tigre”, “Copleras” y próximamente “Purma”. “Sacha tigre Criolla”, les compran a los vecinos la uva Criolla que cada uno tiene en el patio de su casa y con ellas hacen micro vinificaciones. También está “Sacha tigre Blend de altura”, es un blend de Cabernet Sauvignon de Salta con un Malbec de Jujuy. Por otro lado, está la línea Copleras, Syrah, Malbec y Cabernet Franc.  Y finalmente el vino tope de gama, Purma; una Co-Fermentación Malbec, Syrah y Cabernet Franc.

Objetivos. “Me gustaría darle identidad el lugar donde tenemos la finca, hay que ir haciendo poco a poco un vínculo con la tierra para lograr vinos de calidad […] Quiero representar mi tierra y su potencial vitivinícola con este proyecto […] dar a conocer el vino jujeño y lograr que la provincia sea un polo enoturístico” cerró.