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Tocan los reintegros a las exportaciones y desatan la furia en el sector vitivinícola

El proceso de ajuste que venía reclamando el Fondo Monetario Internacional (FMI), ha llevado al Gobierno Nacional a suspender la baja de las retenciones para aceites y harinas de soja, la eliminación del Fondo Federal Solidario y a la reducción de los pagos de reintegros a las exportaciones de productos industriales, medida que claramente afecta a la industria vitivinícola.

Las medidas anunciadas, con un objetivo de reducción del déficit público, generarán, según el Ministerio de Hacienda, un “ahorro fiscal” estimado de $ 12.500 millones para lo que resta de 2018 y de $ 53.000 millones para 2019.

Entre las medidas se anunció una reducción de un 66% el monto total pagado en concepto de reintegros a la exportación, de acuerdo a un esquema diferenciado por producto.

Inmediatamente los sectores representandos en las distintas cámaras y asociaciones se hicieron escuchar.

Desde Bodegas de Argentina – entidad, que nuclea más de 230 bodegas que hacen al 90% de la exportación de vino fraccionado – considera que este cambio en las reglas impositivas «resultaría injusto».
«Los reintegros no son un subsidio al sector sino que son la devolución equitativa de impuestos indirectos sobre productos que se exportan. El monto de reintegros asciende aproximadamente a los 48 millones de dólares año, cuando la industria exporta anualmente 800 millones de dólares con un reintegro de seis puntos porcentuales» explicaron. Aseguran que esta medida no sería, en el caso del vino, compensada por la reforma tributaria del 2017 ya que en algunas provincias productoras los Ingresos Brutos subieron en lugar de bajar y en varias otras la venta de vinos está gravada con alícuotas que superan con creces los dos puntos porcentuales establecidos como tope de común acuerdo entre la Nación y las provincias.

La rentabilidad del productor de vino en baja

Entre varios puntos desde la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (ACOVI) indicaron que, según estimaciones preliminares, «esto implicaría para el sector vitivinícola pérdidas aproximadas por 55 millones de dólares», cifra que no pareciera arreglar ni corregir el abultado rojo de las cuentas públicas pero que es un monto sumamente importante para el sector.
Si contrastamos estos incrementos con la variación de los precios del vino tinto y blanco comunes, específicamente la evolución desde diciembre de 2017 hasta agosto de 2018, ambos se han retraído (-10,9% y -0,4% respectivamente). Esto significa que los ingresos del productor incluso se han visto disminuidos* y no han acompañado la suba en los costos, producto de las variables antes analizadas.

El impacto de la medida

El Observatorio Vitivinícola elaboró a raíz de la noticia un informe que detalla que aún con el reintegro del 6% que se venía dando a las exportaciones de vino fraccionado y a granel, los impuestos interiores que los exportadores pagan en las distintas etapas de producción y comercialización de vino, son porcentualmente mayores que los reintegros.

En el caso de los reintegros a las exportaciones del vino fraccionado (de 6% sobre el valor FOB) se concluyó que el porcentaje de impuestos contenidos en el valor promedio FOB es de a 8%, es decir un 2% mayor al reintegro recibido. En el caso de las exportaciones de vino a granel (5,5% sobre FOB) esta diferencia es aún mayor ya que los impuestos contenidos en el precio FOB significan un 10,5% del precio FOB, es decir una diferencia de 5 puntos porcentuales.

Recientemente se realizó un estudio con el objetivo determinar la carga impositiva que soporta el sector vitivinícola de Argentina definiendo a la carga impositiva como la relación entre el total de impuestos que tributa la industria y el excedente de explotación empresario. Los resultados obtenidos muestran que, evaluada en su conjunto, la industria presenta un 65,4% de carga impositiva, en tanto que en la producción primaria esta relación es de 43,4%.

Un golpe más a la rentabilidad
El fuerte aumento que tuvieron los costos de producción en lo que va del año ya había golpeado la rentabilidad de la mayoría de las empresas, las que aseguran que a pesar de la suba del dólar, los márgenes han disminuido

– *Inflación:* El aumento generalizado del nivel de precios de la economía doméstica que desde diciembre de 2017 hasta agosto de 2018 acumula un 22%.
– *Dólar:* en los meses transcurridos de 2018 se observa un incremento del tipo de cambio de casi el 50%, no habiendo señal clara aún de que pueda estabilizarse.
– *Combustibles:* a lo largo de 2018, el mismo ha sufrido un incremento que casi llega al 30%.
– *Energía:* la tarifa de energía eléctrica ha aumentado, en promedio, entre diciembre de 2017 y agosto de 2018 más de un 50%.
– Dificultades para acceder a *financiamiento* con altas tasas de interés que superan el 40%.