Por Soledad Andreu – Especial para El Triunfo de Baco
Para los Belasco, su trayectoria en el mundo de los licores comenzó con el pacharán, un destilado de la endrina con anís muy consumido en España, que tuvo su auge en el país ibérico durante los años 90, época durante la cual etiquetas como La Navarra y Zoco, ambas pertenecientes a diferentes ramas de familia Belasco, cubrían prácticamente el 95% del pacharán que se consumía allí.
“En paralelo a eso, mis abuelos siempre habían tenido viñedos y vendían la uva a los viticultores más importantes de la zona”, cuenta Mikel Belasco Jáuregui (48)- y recuerda que debido a esto su padre Ignacio Belasco «dio el salto y comenzó a elaborar vinos”.
Su primera incursión fue adquirir la Bodega Marco Real (que había sido fundada por Antonio Catalán, el propietario de la cadena de hoteles NH); posteriormente fundó la bodega Señorío de Andión y después de más de 30 años elaborando vinos en distintas parte de España, y gracias a su amistad con el bodeguero mendocino Ricardo Reina,fue que “cruzó el charco” para añadir un nuevo capítulo a su vida “apuntando a ser una de las 20 bodegas más importantes de Argentina en la elaboración de vinos de alta gama”, según cuenta su heredero.
“Desde que falleció mi padre, el primer vino que elaboré como proyecto propio fue Payador – una marca que él había registrado – ya que en el País Vasco también existe la tradición de improvisar (en nuestro caso en idioma euskera), así como hacen los payadores en Argentina”. Y su siguiente proyecto será el vino Gran Llama “un tinto de alta gama, pero por debajo del Swinto”, dice, y adelanta la noticia de un súper premium, el Belasco Centenario “que saldrá al mercado dentro de dos años”.
Sin dudas, el vino ícono de Belasco es el Swinto, un Malbec con un toque de Petit Verdot cuyo nombre significa “cuervo” en el lenguaje milcayac de los huarpes, haciendo un juego de palabras con el significado de Belasco, que en euskera también es “cuervo”.
Si bien padre e hijo ya venían con experiencia en el rubro, y en teoría todo se simplificaba por hablar el mismo idioma, en un principio -según rememora Mikel- debieron sortear no pocos contratiempos “especialmente vinculados a los vaivenes político-económicos y también a una cierta informalidad a la hora de hacer negocios aquí”, que fueron superados con algunas dosis de humor y mucho de “cabezonería” vasca, además de establecer sólidos vínculos de amistad y trabajo que perduran hasta hoy.
Así, Don Ignacio adquirió a principios de los 2000 unas 65 hectáreas de finca y viñedos plantados entre 1910 y 1925 en Luján de Cuyo, de los cuales 50 están ubicadas en la calle Cobos, de Agrelo, y las otras 15 en calle Thames, de Perdriel.
Una bodega con aroma propio
Con una elaboración de unos 320 mil litros al año, la bodega está ubicada estratégicamente en medio de la finca de Agrelo, gozando de imponentes vistas al Cordón del Plata.
Construida entre junio de 2003 y febrero de 2004, se terminó justo a tiempo para encarar su primera vendimia y vinificación.
“Fueron nueve meses de gestación”, bromea Mikel, quien comenta que arquitectónicamente “recuerda a los antiguos castillos del Reino de Navarra, pero con 100% de ladrillo visto al estilo de las bodegas tradicionales mendocinas”.
Además, la zona de elaboración se hizo a imagen y semejanza de una de las bodegas que la familia tiene en España. “Construida bajo tierra, introducimos la uva por gravedad sin uso de bombas -explica-. Está equipada con dos cámaras frigoríficas para adecuar la temperatura de la uva tras la vendimia manual; tiene doble cinta de selección y cuenta con pequeños depósitos de acero inoxidable con instalación de frío y calor”.
La sala de barricas es en realidad tres salas diferentes “para optimizar el trabajo el enólogo, apuntando siempre a la excelencia”, sostiene. Dichas salas están climatizadas y equipadas con un total de 550 barricas de roble francés, a las cuales sólo se les da cuatro usos. La finca utiliza sistema de riego por goteo y no tiene malla antigranizo “para que la uva tenga una mejor exposición solar”.
La bodega cuenta con la primera Sala de los Aromas de América, en donde podemos encontrar un abanico de 46 aromas procedentes del vino, “que nos invitan a ejercitar los sentidos, apreciar sus cualidades y hasta reconocer sus defectos”. Se trata de un proyecto enoturístico original y didáctico, a través del cual el visitante aprende a identificar los aromas primarios (propios de la fruta), secundarios (aparecen luego del proceso fermentativo) y terciarios (más complejos, surgen durante el añejamiento), e incluso “los aromas indeseables en un vino”, cuando el producto está defectuoso.
El Malbec como “caballito de batalla”
El portfolio de Belasco de Baquedano tiene al Malbec como bandera e incluye la línea Rosa de Argentina en sus versiones Malbec, Espumante de Malbec y Torrontés, este último elaborado con uvas riojanas del Valle de Famatina, sumado a las líneas de tintos: Llama, ARguentota (“alma de Cuyo”) y Swinto, más un ‘cosecha tardía’ de Malbec llamado Antracita, a los cuales se les van sumando nuevos lanzamientos.
En la actualidad, el grupo familiar cuenta con una oferta comercial amplia, tanto a través de bodegas propias como en su participación en diferentes proyectos con Denominación de Origen ubicados ya sea en la zona de Rueda (famosa por sus vinos blancos) como en la zona de Toro (muy cerca de la Ribera del Duero), “más las dos bodegas en Navarra y otra con la que estamos asociados en La Rioja (España) y la bodega de Mendoza; podemos decir que hoy en día somos uno de los mayores grupos vinícolas en España, con gran diversidad de terroirs, variedad y calidad en los productos”, sostiene.
La explosión gastronómica que está a punto de llegar
Situado en la planta superior del edificio, el Restaurante Navarra tiene capacidad para 50 personas y ofrece un menú fusión diseñado para maridar con cada uno de los vinos de la bodega “a fin de alcanzar la mejor expresión del Malbec en cada paso”. Su chef, Andrés Isura, realizó capacitaciones a instancias de los Belasco en el País Vasco, cuna de la alta cocina española, en donde existe la mayor concentración per cápita del mundo de estrellas Michelin. Allí Isura se perfeccionó con el multipremiado cocinero Martín Berasategui, quien cuenta en la actualidad con la friolera de 12 estrellas Michelín y para cuyos restaurantes la bodega le elabora su propia marca de vinos.
Mikel desliza que tienen amistad con otro cocinero vasco, el mediático Karlos Arguiñano, a quien han patrocinado con sus vinos.
Según el bodeguero, el reto para Argentina en los próximos 10 años será diversificar su gastronomía. “Ya logró un lugar importante en cuanto a posicionar vinos de alta gama y terroirs, y ahora está por empezar el boom gastronómico”, afirma este aficionado a la cocina, cuyos amigos aseguran que cada tanto se luce con alubias, paellas y hasta se anima con un asado.
Con la misma visión empresarial de su padre, Mikel se considera un “generador de proyectos” y pone como ejemplo el espectáculo “Erótic Wine”, una propuesta nocturna que la bodega llevó a cabo algunos sábados de 2023 junto a un equipo de producción, actores, actrices, bailarines y técnicos para llevar a escena un show de tango, baile, cena y maridaje “contando la historia ficcionada de mi familia desde mis abuelos hasta llegar a mí”, comenta.
Además de ser de las primeras bodegas que se sumaron durante la post-pandemia a la moda de los Sunset (eventos al atardecer entre viñedos, con el vino y la música en vivo como protagonistas), también alquilan el predio y las instalaciones para reuniones privadas como eventos empresariales o casamientos, y recientemente Mikel se ha sumado como socio de los bares Ground en Mendoza, que ya se han empezado a franquiciar.
Hacer vinos por herencia y elección
“Yo tengo formación económica. Con el tiempo me especialicé en comercio exterior y trabajé durante algunos años en España en el mundo de la banca, la informática y los seguros”, relata Mikel, quien luego del fallecimiento a los 27 años de su hermano mayor, Iker, tomó la posta en el negocio familiar, teniendo en claro que “si elaboras buenos vinos y no los vendes, olvídate; todas las bodegas hacemos vinos para venderlos y para que la gente los disfrute”.
Reconoce además que fue su padre quien le inculcó el amor por el campo. “Con 18 años me llevaba a ver los viñedos y así me hizo entender las plantas, los trabajos de la viña. Más tarde hice un máster en vinicultura y además aprendí mucho de los enólogos. Me gusta elegir los cortes, catar y participar de sus reuniones”, comenta.
Mientras vivió su padre estuvo yendo y viniendo entre España y Argentina, y entre 2010 y 2012 vivió en Nueva York, a fin de desarrollar el mercado americano.
“En esa época hacía tres o cuatro viajes al año, hasta que justo antes de la pandemia ya decidí instalarme acá”, recuerda Mikel. “Estados Unidos es nuestro principal cliente. Allí tenemos nuestro nicho en el segmento de vinos entre los 10 y los 14 dólares”, explica, y aclara que también despachan containers a Brasil, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Bélgica, Polonia e Inglaterra.
Durante los primeros años contaron con el asesoramiento del enólogo francés Bertrand Boudil, y en la actualidad los asesora el reconocido Michel Rolland: “Un honor y un orgullo contar con su sabiduría para la elaboración de nuestros vinos”, asegura Mikel.
En 2016, un año antes del fallecimiento de don Ignacio, la empresa tuvo una interesante oferta de compra por parte del gigante ruso SPI Group, que elabora el vodka Stolinchaya y en la actualidad es propietario de dos bodegas en Mendoza: Achával Ferrer y Melipal. Pero Mikel convenció a su padre de no vender y de esta manera, con el hijo al mando en Mendoza y su hermana desde España, se sigue escribiendo la historia familiar.
“Cuando me piden que recomiende un vino, siempre digo que lo principal es perder el miedo a abrir una botella. Considero que, como industria, hemos sido culpables durante mucho tiempo de hacer que el vino sea esnobista. A mí me gusta el vino de chimenea, ése que abres con amigos o pareja y que te lleva a hablar de la vida, de los vinos, de otras culturas… ¡Y lo mejor es cuando la charla se transforma en realidad y terminas viajando por el mundo gracias al vino!”, finaliza.