Por Soledad Andreu – Especial para El Triunfo de Baco
“Elegí ser licenciado en Enología por el lugar en donde viví de niño -en el departamento de Rivadavia, Mendoza-. Jugaba entre las viñas y mi papá, que transportaba vino a Buenos Aires, me llevaba a cargar a las bodegas. Así fui aprendiendo acerca de la actividad mientras crecía, si bien no había tradición de enólogos ni propietarios de fincas o bodegas en mi familia”.
Así se presenta Mauricio Lorca, socio y CEO de Bodega Foster Lorca, para quien la viticultura ha sido y es tanto vocación como pasión, ya que, según afirma seguir a día de hoy “con el mismo entusiasmo de hace 30 años cuando empecé”.
Alumno y colega de “próceres” del vino como Mariano Di Paola y Ángel Mendoza, en la actualidad es “socio y amigo” de Lois Severini, Enrique Foster y Kevin Poorman, empresarios estadounidenses que “con mucha ilusión invirtieron hace ya unos años apoyando el proyecto o sueño de un enólogo joven –según rememora–. Hoy estoy en un proceso de Manager Buy Out, o sea, comprando lentamente sus participaciones”.
Mauricio actualmente tiene inversiones en España, que incluyen su propia importación y distribución para el mercado europeo. “Además estamos haciendo vinos en zonas muy singulares de ese país tan diverso, como la Ribeira Sacra, en Galicia, y regiones de Castilla-León”.
Lorca entiende que para hacer buenos vinos hay que estar siempre mejorando la tecnología y apostando a los viñedos. “En el futuro de esta actividad, la materia prima uva será el bien más preciado”, afirma, y comenta que han incorporado la IA al proceso productivo y de gestión: “De esta manera nos estamos adaptando a una nueva Argentina en donde la competitividad será la clave del éxito” (ver nota sobre IA en bodegas).
En este plan de “mejorar los procesos”, Mauricio indica que la bodega ya cuenta con certificaciones ISO 22000 de buenas prácticas, apto para veganos y apto para celíacos. “Seguimos certificando prácticas, no paramos. La mejora continua es algo que está incorporado en nuestro ADN”, reconoce, haciendo hincapié en que actualmente “no estamos ampliando capacidad de producción, sino que estamos enfocados en mejorar lo que tenemos”.
Producción y exportaciones
La bodega elabora 2 millones de litros por año, todo con uvas de producción propia, contando un amplio abanico de variedades como Sauvignon Blanc, Chardonnay, Viognier, Pedro Ximénez, Bonarda, Malbec, Syrah, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Petit Verdot y Ancelotta. Los cultivos están repartidos en distintas zonas vitivinícolas de Mendoza, contando con 200 hectáreas entre Los Árboles y Vista Flores, en el Valle de Uco, 30 hectáreas en Medrano y 70 hectáreas más en la zona de El Mirador, en Rivadavia.
Bodega Foster Lorca está presente en varios mercados. Dentro de América, los más importantes son Perú, Brasil, Paraguay, México, Estados Unidos, Colombia y Canadá, y en Europa hacen pie en España, Francia, Holanda, Hungría, Rumania, Alemania “y seguimos abriendo puertas, pronto esperamos estar en Croacia”, sostiene Mauricio.
Trazabilidad como garantía de calidad
La bodega está equipada con la última tecnología para la elaboración de vinos de alta gama: tanques de acero inoxidable y piletas de concreto con control independiente de temperatura y de pequeñas capacidades, lo que permite un seguimiento específico y detallado para cada uno de sus vinos. El añejamiento se realiza en barricas de roble francés y americano, piletas de concreto y clayvers de cerámica, dependiendo del producto.
“Controlamos la trazabilidad de nuestros procesos, ya que poseemos maquinaria y profesionales dedicados a la plantación, recolección, recepción y selección de uvas, como así también para el posterior embotellado y distribución, lo que nos permite un seguimiento en la calidad desde la uva y en cada paso de los procesos hasta el momento en que llega al consumidor”, explica el CEO.
Un paseo por las nubes
Con una fuerte convicción en el valor diferenciador de las experiencias enoturísticas, la bodega, ubicada a 30 minutos de la ciudad de Mendoza, da la bienvenida al visitante con un marco de viñedos de Malbec rodeados de jardines intervenidos por un xeri-paisajista con la flor autóctona del lugar.
El edificio ha sido construido siguiendo un estilo arquitectónico moderno donde todo el protagonismo se lo lleva, además de los vinos, la impresionante postal con la Cordillera de los Andes como telón de fondo.
Cuenta con un hermoso mural realizado por la artista Victoria Ferreyra, que ha sido reconocido por la Cámara de Senadores como «una expresión de la conexión entre la humanidad y la tierra, destacando su valor como símbolo de identidad y resiliencia para la región»
El mural, concebido en colaboración con la ONG Pinta Argentina, no solo embellece las paredes de la bodega, sino que encapsula la rica historia y tradición arraigada en los viñedos centenarios de la región. Mauricio Lorca, propietario y enólogo, elogió la obra, destacando su capacidad para transmitir la esencia misma de la tierra a través del arte.
La bodega ofrece visitas guiadas y degustaciones, además de la posibilidad de disfrutar de la mágica vista desde el coqueto restaurante Inspirado “que está funcionando muy bien y ahora hemos incorporado la propuesta de hacer viajes hasta Potrerillos en helicóptero, con un paquete que incluye el vuelo, una degustación de nuestros vinos y almuerzo”, cuenta Lorca, al tiempo que adelanta que para el año que viene están armando un proyecto “muy interesante en la zona de Vista Flores, con la idea de aprovechar ese entorno paradisíaco para llevar turistas y mostrarles una vivencia completa en torno al vino: desde cómo se cultiva la vid hasta el final del proceso de forma muy lúdica, relajada y divertida”, señala.
La novedad: vinos sumergidos y tokenizados
Mauricio Lorca incursiona también en el vino criado en forma subacuática, una experiencia que concluye con la tokenización de la nueva etiqueta: Mauricio Lorca Natural Sumergido: “Quienes lo adquieran accederán a un programa de beneficios mensuales que permitirán una experiencia integral con la bodega”, indica.
El vino es un corte de Malbec y Cabernet Franc de Valle de Uco (Mendoza), que fue sumergido a 15 metros de profundidad en Dique Potrerillos, donde permaneció durante 12 meses con tres atmósferas de presión y una temperatura constante de 12 grados. “Esto ha permitido que el vino evolucione de una manera fascinante –cuenta Lorca–. Los delicados rayos del sol y otros factores ambientales han contribuido a una maduración excepcional, creando sabores y aromas inigualables”.
La botella de Sumergido se vende junto a otro vino similar pero cuyo proceso de añejado transcurrió en la bodega, no bajo el agua, lo que invita a compararlos para ver los cambios producidos por la crianza submarina.