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María Teresa Barbera, reina entre los caballeros de la buena mesa

Ella lleva 70 años en la cocina; fue discípula de su madre, Fernanda, y maestra de una miríada de cocineros y mozos a los largo de estas 7 décadas. María Teresa Corradini de Barbera, una leyenda de la gastronomía en Mendoza, fue distinguida esta semana en Francesco Ristorante – comandado por su hija Beatriz Barbera- por el Club del Gourmet, un grupo de varones que se hacen llamar «los caballeros de la buena mesa» y cuyo negro paladar es bien conocido por estos pagos.

María Teresa y su familia iniciaron una tradición gastronómica ítalo-argentina que continúa hasta hoy. Fueron dueños de la famosa Vecchia Roma; luego abrieron La Marchiggiana y Francesco, ambos restó conducidos por hijos e hijas y por último Nipoti, el más reciente, creado por los nietos.

“El Club Gourmet Mendoza junto a periodistas y comunicadores de la eno- gastronomía argentina entregan el presente reconocimiento y distinguen la trayectoria de María Teresa Barbera”, dijo Jorge Ripa, presidente del Club del Gourmet. Con esta leyenda grabada sobre un plato encastrado sobre una duela (símbolo de la cocina y el vino), el premio se hizo extensivo a todo el equipo.

María Teresa se mostró muy feliz y emocionada, y agradeció con humildad y alegría el reconocimiento: “Me llena el alma recibir de ustedes, hombres que saben comer y beber, una distinción así. Ojalá mi trabajo y mi comida sean un pequeño aporte a una comunidad que requiere cada vez más, personas comprometidas con su gente, para brindar una alimentación que nutra, y a la vez, mantenga las tradiciones de la cocina de sus ancestros”.

La «buena mesa» de Francesco

Como es costumbre, el Club participó a sus socios y a periodistas gastronómicos, además de convocar a un enólogo – leyenda. Esta vez fue el turno del talentoso Mariano Di Paola, chief wineaker de Rutini Wines, que usó la ocasión para presentar algunas de sus nuevas creaciones de vinos tintos, provenientes de los terroirs que hoy están más en boga: Altamira y Gualtallary. De estas zonas probamos Malbec, Merlot, Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon. En todas las variedades Di Paola y su equipo han logrado algo difícil, domar los taninos de los tintos de altura, logrando buenas texturas y rescatando la frescura que brindan los bajos PH de la zona.

En lo particular, encontré que la revelación es Antología 50 blend de blancos; perfecto equilibrio entre las especies del Gewürztraminer, la fruta tropical del Chardonnay y las notas minerales del Riesling. Valor de mercado: $1300 pesos.

El menú
. Primer paso: antipasto mixto tipo italiano (con crostino de prosciutto italiano, ensalada caprese, aceitunas ascolanas, mozzarella crocante y mix de verdes con champignones frescos y escamas de queso parmesano) junto a Antología 50.

. Segundo paso: assaggio de pastas rellenas (lasagna Italia rellena de carne de novillo, quesos con salsa bolognesa y panzzotti de chivo malargüino con salsa de tomate fresco y aceite de oliva arauco), con dos malbec de Rutini: Altamira y Gualtallary.


. Tercer paso: cordero tiernizado al Malbec, acompañado con puré de batata y chips crocantes junto a Altamira Merlot, Gualtallary Cabernet Franc y Altamira Cabernet Sauvignon.


Por último, llegó el paso dulce. Un clásico de la casa, Cioccolatissimo, un postre a base de una masa de chocolate con harina, trío de mousses: chocolate blanco chocolate con naranjas confitadas y chocolate amaro al licor de avellanas). El Trumpeter fortificado de Malbec le sentó a la perfección. Para finalizar, café y grapa.

Siete décadas de historia

En 1949 llegó, proveniente de la región de Le Marche (Italia), Fernanda Torresi de Corradini -la nonna Fernanda, mamá de María Teresa Barbera-. Junto a sus hijos y valentía a cuestas, y con el firme propósito de salir adelante, esta inmigrante italiana abrió un restaurante italiano en Mendoza: La Marchigiana, que sería el puntapié inicial de varios emprendimientos gastronómicos de los Barbera.

A partir de ese momento y hasta la actualidad, la familia continuó con su desarrollo de la mano de María Teresa y Franco Barbera, sus hijos y actualmente sus nietos, persiguiendo siempre el objetivo de transmitir la esencia de la comida de aquel país fusionada con la argentina, y poner a disposición de los comensales toda su experiencia y creatividad.